¿Debo elegir las lecturas de mis hijos?





Es importante alentar la autonomía lectora de niñas y niños. Pero no se debe olvidar que la libertad de elegir se ejerce a través de la oferta de las editoriales. Y en esa oferta hay material de muy buena calidad, pero también mucha literatura basura.



Los colombianos están haciendo mucho para que sus niños lean. En un reciente artículo Silvia Castrillón, ex directora Ejecutiva de Fundalectura (organismo que coordina los esfuerzos públicos y privados en Colombia en materia de lectura) aborda un tema interesante: ¿Hay que dejar que los niños decidan qué leer o deben los adultos intervenir? La especialista analiza este asunto desde la necesidad de ayudar a formar lectores críticos, reflexivos, pero también, desde la realidad de una industria editorial que produce, bajo el nombre de “lectura para niños”, una gran cantidad de textos basura, que no aportan más que una mala experiencia lectora.

En Chile eso es extremadamente frecuente, pues muchos colegios, por un tema de precios o de presiones editoriales, ponen como obligatorios textos con escaso valor cultural que no promueven la reflexión de los niños y niñas, ni los hacen enriquecer su lenguaje. Para hacer frente a esto, Fundalectura entrega anualmente una referencia de los libros que a ellos les parecen altamente recomendables. Un detalle de estos libros los puede ver en el siguiente link:

http://www.fundalectura.org/sccs/seccion.php?id_categoria=17


“Con frecuencia se afirma –escribe Castrillón- que no es conveniente intervenir en la selección de las lecturas que han de realizar los niños y jóvenes, pues esto -se dice- vulnera su autonomía. Si bien es cierto que leer es una actividad que permite reafirmar esta autonomía, también es cierto que la autonomía para la elección está ya socavada por una oferta cultural de baja calidad y publicitada a través de los medios de comunicación. No hay que hacerse ilusiones, pues, acerca de la autonomía que tienen los niños y los jóvenes para elegir libremente lo que leen. Por el contrario, es conveniente alentar la construcción de esta autonomía y contribuir a desarrollar su capacidad de elegir con criterios exigentes, mediante el ofrecimiento de lecturas de calidad que les permita establecer las diferencias con productos culturales que se ofrecen solo para el consumo indiscriminado. Esto no quiere decir que la calidad no pueda llegar a grandes públicos; la calidad no riñe con el éxito ni con la aceptación por parte de públicos masivos. Sin embargo, lo normal es que en una sociedad de consumo, en donde el concepto de calidad para los bienes culturales no es muy claro, se instale la mediocridad.

Desafortunadamente, libros mediocres que no movilicen la inteligencia y la sensibilidad de los menores, no conducen, en la mayoría de los casos, a la formación de lectores críticos y reflexivos, para quienes la lectura constituya un medio insustituible de crecimiento personal. Para orientarse dentro de la enorme oferta bibliográfica infantil y juvenil, es conveniente prestar atención a la crítica y a la información que suministran algunas entidades que trabajan en este campo, lo mismo que al testimonio de lectores experimentados. Es indispensable, por otra parte, que los adultos se formen sus propios criterios y esto se hace mediante la lectura. Es una verdad de perogrullo: a leer se aprende leyendo, y a distinguir la calidad, también.

La mal llamada "lectura recreativa", que compite con los esquemas narrativos de la televisión, que presenta la realidad en forma esquemática y maniquea, y que construye personajes sin carne y hueso, héroes de papel sin ninguna complejidad, solo sirve para formar consumidores de otro producto comercial.

Los niños deben estar conscientes de que leer es más difícil que ver televisión, pero que produce mayores satisfacciones”.

Vea todo el artículo de Silvia Castrillón en: http://www.colombiaaprende.edu.co/html/familia/1597/fo-article-71024.pdf

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